En realidad la rúbrica litúrgica es muy clara en este punto: el momento de pararse es antes de la oración sobre las ofrendas, inmediatamente después de la frase "El Señor reciba de tus manos este sacrificio...",
La razón es que hay allí una especie de "corte": la frase "El Señor reciba de tus manos..." se dirige al sacerdote en concreto, podríamos decir, a su "persona humana", mientras que la oración sobre las ofrendas es ya una acción sacerdotal, hecha por tanto "in persona Christi"; la liturgia marca ese cambio de registro con el cambio d epostura, de sentado a parado.
La pérdida de sensibilidad hacia el significado de los distintos momentos litúrgicos, y sobre todo de los distintos planos de realidad en los que ocurren las cosas, ha hecho posiblemente que mucha gente crea que en ese momento nos paramos para hablar con el sacerdote, y por tanto, como es natural, no se paran hasta que no "comienza el diálogo" del Prefacio.
Algunos sacerdotes tienen el buen sentido de pedir que la gente se pare en el momento que corresponde, pero otros lo dejan pasar, posiblemente por la misma clase de insensibilidad que la de la asamblea (de la que son, qué duda cabe, indisolublemente parte), de modo que en muchos lugares, la secuencia correcta de gestos se ha perdido por completo.
Debe insistirse en que los gestos litúrgicos no son al azar, y más bien pedirlos y explicarlos, antes que dejar todo librado a la intuición y la espontaneidad, que no siempre funciona en el caso de símbolos que requieren cierto aprendizaje.